Desde su creación, Natura Argentina ha trabajado en la protección de ecosistemas a través de áreas protegidas y el trabajo con comunidades locales. Su presidenta es bióloga, investigadora y líder en conservación, y ha dedicado su carrera a proteger la naturaleza desde el territorio. En esta entrevista, Lucila Castro repasa su recorrido, los desafíos de la conservación en el país y el rol clave de las comunidades locales en la protección del ambiente.

 

¿Cómo surgió la idea de fundar Natura Argentina y cuáles fueron los primeros pasos para hacerlo realidad?

Hace más de diez años yo estaba trabajando para una ONG llamada Pacific Biodiversity Institute, dedicada a la conservación y la investigación. Así conocí a muchas personas, tanto a nivel nacional como internacional, que estaban trabajando en conservación. Decidimos, entre un grupo de amigos, fundar una ONG que se dedicara a la protección de nuestro territorio a través de una herramienta clave: las áreas protegidas.

Conformé un equipo de profesionales, al principio centrado en la biología, y luego lo fuimos ampliando a otras áreas, entendiendo la complejidad del campo de la conservación. Así llegamos a lo que somos hoy: un grupo consolidado de profesionales de distintas disciplinas, enfocadas en ciencia, conservación, finanzas, política y aspectos socioambientales.

¿Cuál creés que fue el mayor logro de la organización hasta ahora?

Podría mencionar dos logros. El primero tiene que ver con Natura Argentina en sí: que exista en el centro del país, consolidada y en constante mejora, es un logro enorme. La fundación ha logrado abordar temas complejos de conservación con una mirada interdisciplinaria y un equipo altamente capacitado.

El segundo logro es la creación del Parque Nacional Ansenuza. Para mí, que soy de Miramar, significó una gran responsabilidad trabajar en un proyecto de este tipo. Lo atravesé desde varias aristas: como lugareña, buscando lo mejor para ese territorio; como profesional, ya que estudié los flamencos de Mar Chiquita; y como representante de una de las instituciones que ayudó a la creación del parque. Nos queda la etapa de implementación, pero saber que, tras más de siete años de trabajo, el parque es una realidad es un orgullo.

Nacida en Rosario, Santa Fe, Lucila Castro vivió casi toda su vida en Miramar de Ansenuza. Desde allí, se convirtió en una impulsora de la creación del Parque Nacional Ansenuza.

¿Por qué eligen trabajar con personas que viven en los territorios?

Trabajar con las comunidades locales es la base de todo lo que viene después: las estrategias de conservación, la búsqueda de fondos, la conformación de equipos. No fue una decisión planificada desde el inicio, sino que la fuimos construyendo a medida que entendimos que todas las decisiones en conservación impactan en la vida de las personas.

Lo que empezó como una idea incipiente hoy es una política institucional: las decisiones finales deben venir de quienes habitan los territorios. Además, los cambios fuertes en conservación deben venir de una sociedad movilizada. Nosotros podemos proponer ideas, pero deben construirse en conjunto con las comunidades.

¿Cómo fue tu formación en el campo de la conservación?

Soy bióloga, egresada de la Universidad Nacional de Córdoba. Para mí, es un orgullo haberme formado en una universidad pública que me dio tanto y marcó mi carrera. Siempre estuve en búsqueda de nuevas experiencias: en la facultad me involucré en todas las cátedras en las que podía ayudar, colaboré en el museo de mi pueblo y comencé a trabajar en conservación desde un enfoque académico.

Tuve la oportunidad de estudiar en el exterior, haciendo prácticas en la Universidad de Melbourne, en Australia, y en la Universidad Nacional Autónoma de México, investigando sobre el yaguareté. Luego trabajé en la Sociedad Internacional de Estudios de Lagos Salados, lo que me dio una mirada global sobre la conservación. Todo esto me permitió entender la importancia de articular ciencia y gestión para implementar políticas de conservación.

Forma parte del Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos y de los Grupos de Especialistas en Conectividad y Conservación de la UICN, promoviendo la articulación científica y comunitaria en la protección de ecosistemas clave.

¿Cómo fue el proceso de selección en las becas internacionales que ganaste?

Me postulé y fui seleccionada en dos becas internacionales. La primera fue para la formación de líderes en conservación a nivel mundial, Kinship Conmservation Fellows. Se presentaron cientos de personas y seleccionaron solo a 18 de 13 países. Fue un mes de entrenamiento intensivo, compartiendo con otros jóvenes líderes en conservación.

La segunda beca fue la Boundless Fellowship, enfocada en líderes en conservación de las Américas.

Fuiste seleccionada para ser parte del directorio de World Land Trust. ¿Qué esperás respecto a ese cargo?

Sí, este año también fui seleccionada para formar parte del directorio de World Land Trust, una de las ONG más importantes a nivel mundial. Es la primera vez que alguien joven, mujer y latina participa en la toma de decisiones de esta organización. Creo que ahí podré aprender un montón, y llevar algo del cambio que necesita el mundo de la conservación.

¿Cuál es el mayor aprendizaje que podrías compartir con quienes quieren dedicarse a la conservación?

Después de haber viajado mucho y haber escuchado a profesionales de todo el mundo, me parece que puedo decir que la conservación debe hacerse con y desde las comunidades locales. Son ellas las que viven en los territorios y se beneficiarán de las áreas protegidas. Nuestra mirada académica es valiosa, pero debe articularse con los conocimientos tradicionales para generar políticas públicas efectivas.

Como miembro del directorio de World Land Trust, Lucila Castro aporta su experiencia en conservación y áreas protegidas para impulsar estrategias de protección a nivel internacional. Es la primera mujer y la primera sudamericana que será parte de ese espacio de decisión.

El ambientalismo puede ser un campo difícil, parece una lucha constante. ¿Cómo haces, cómo hacemos, para seguir trabajando y no dejarnos derrotar por el pesimismo?

El mundo de la conservación, la carrera que nosotros llevamos adelante, no se si pesimista pero es dura. Todos los días hay una batalla nueva. Pero me alimenta trabajar con profesionales apasionados, que te desafían a cambiar el enfoque, a pensar distinto, el ambiente del que me rodeo me mantiene inspirada. Y también me sirve celebrar los pequeños logros, también es importante: desde un taller que sale bien hasta el avistamiento de un animal en una cámara trampa o algo grande como la creación de un parque nacional. Necesitamos seguir construyendo estas redes de apoyo para abordar los temas mas importantes en conjunto. Esas redes son las que te dan ganas de seguir. Por último, cuando vemos que algo funcionó, todo vale la pena.

Especialista en ecología de poblaciones y conservación, ha participado en investigaciones y charlas sobre humedales en países como China, Rusia, Brasil, México y Estados Unidos.

¿Qué puede aportar Natura Argentina a la crisis ambiental del país?

Desde hace unos años yo me vengo preguntando todo el tiempo por qué estamos como estamos y hacia dónde vamos. No solo como país, como humanidad. Hay algo que yo veo es que hay una disociación completa entre el día a día nuestro, la sociedad, y la naturaleza. No podemos vernos como parte de un todo y que somos lo que somos gracias a la naturaleza: el aire que respiramos, el agua que tomamos, lo que comemos. En el día a día nos olvidamos de nuestra conexión con la naturaleza, la damos por sentada, y esa desconexión se hace cada vez más grande. Así, terminamos viendo a los ambientalistas de un lado y a la sociedad del otro. Creo que hasta que no sanemos esa relación primaria con la naturaleza, no podremos lograr grandes cambios, no solo en el ambiente, sino en todos los niveles.

Las áreas protegidas, la herramienta que elegimos para hacer conservación, buscan precisamente eso: unir conservación, diálogo en el territorio y producción sostenible, y recordarnos que somos parte de un todo. Pero hasta que no resolvamos esta desconexión como humanidad, no podremos llegar muy lejos. Desde Natura Argentina proponemos las áreas protegidas como un pequeño paso hacia esa meta. Aún nos falta mucho por recorrer.

Argentina enfrenta muchos problemas ambientales: deforestación, contaminación, turismo no regulado. Natura Argentina eligió las áreas protegidas como una herramienta para ordenar el territorio y promover actividades productivas sostenibles.

La creación de áreas protegidas, por ejemplo, en uno de los proyecto de la Fundación que esta en Catamarca, nos ayuda principalmente a la conservación de los bosques de esas montañas, y con ellos de todas las especies. Ahora estamos trabajando en su implementación para que las comunidades puedan vivir de esos territorios, no solo porque respiran aire puro y tienen agua limpia, sino porque también puedan potenciar la venta de productos regionales y desarrollar sus actividades. Vemos cómo nos muestran con orgullo todo lo suyo, todo lo que pueden lograr con acciones coordinadas.

Es fundamental trabajar juntos, desde lo local, provincial y nacional, mirando el país como un todo, pero sin olvidar la importancia de las decisiones tomadas desde lo local, que impactan directamente en la vida de las personas.

El gato montés enfrenta múltiples amenazas, pero su conservación es un esfuerzo colectivo. Un grupo de trabajo se enfoca en desplegar una red para proteger su hábitat y garantizar su futuro en la naturaleza.

El Grupo de Trabajo sobre el Gato de Geoffroy (GCWG) es una red de conservacionistas, investigadores y entusiastas dedicados a la supervivencia de las poblaciones de gato montés, también llamado “gato de Geoffroy” (Leopardus geoffroyi) y sus hábitats. Formado en diciembre de 2020 en Brasil, el GCWG cuenta con más de 40 miembros en los seis países donde habita esta fascinante especie.

En Córdoba, Argentina, al igual que en muchas regiones, las poblaciones de mamíferos, incluido el gato montés, se enfrentan a un grave declive. En respuesta a esta preocupante situación, abordamos juntos este desafío y trabajamos en colaboración con los gobiernos nacional, provincial y local, así como con numerosas instituciones, organizaciones de la sociedad civil y la comunidad en general.

Lucila Castro, presidenta de Natura Argentina, nos habla del poder de esta red: «En el equipo de Natura Argentina creemos que la conservación es un esfuerzo colectivo, y por eso nos sumamos al trabajo del GCWG con entusiasmo y compromiso. Nuestra participación se centra en compartir información clave sobre la presencia del felino en las áreas donde trabajamos, colaborar en estrategias para su protección y fortalecer redes de conocimiento con otras organizaciones y especialistas. Sabemos que cada dato, cada acción y cada alianza cuenta para asegurar el futuro de esta especie y su ecosistema”.

 

Un felino amenazado en Córdoba

El gato montés es un felino silvestre de tamaño mediano que habita en varias regiones de Argentina, entre ellas la provincia de Córdoba. Su población en esta zona se ve afectada por la pérdida de hábitat, la caza y los atropellamientos en rutas. Este felino es solitario y nocturno, caza principalmente roedores, aves, peces, anfibios y pequeños reptiles. Se reconoce por su pelaje ocre o gris con manchas negras bien definidas, orejas redondeadas con un ligero penacho y cola gruesa con anillos oscuros. A diferencia del gato doméstico, su cuerpo es más robusto y sus patas proporcionalmente más cortas.

 

En la región de Ansenuza, el gato montés habita en los montes y pastizales cercanos a la laguna, donde cumple un rol clave en el equilibrio del ecosistema como depredador de pequeños vertebrados, y regulando algunas poblaciones de roedores (potenciales plagas agrícolas y forestales) y especies exóticas invasoras como el conejo y la liebre europea. (Natura Argentina)

 

Buscar datos, pasar a la acción

En Natura Argentina hemos realizado relevamientos con cámaras trampa de mamíferos medianos y grandes en los bañados del humedal del río Dulce y la laguna Mar Chiquita. También hemos promovido la creación de la Red de Conservación para la Fauna de Ansenuza (RCFA), fomentando la participación de la ciencia ciudadana. Los datos recogidos nos ayudan a mantener actualizadas las líneas de base sobre mamíferos de este humedal de importancia internacional y a fomentar estrategias sobre las presiones a las que se enfrenta la biodiversidad.

Una amenaza clave que hemos identificado es el atropellamiento de fauna silvestre. Para hacer frente a este problema, colaboramos estrechamente con el gobierno provincial en estrategias de mitigación, como la señalización de rutas y caminos, y la formación de los trabajadores estatales.

Estas estrategias se refuerzan en las instituciones educativas y los eventos regionales con programas de educación ambiental, materiales gráficos informativos. También los pueden ver y descargar en nuestro sitio web.

En el humedal de Ansenuza, distintas acciones se desarrollan para mitigar el atropellamiento de fauna. Además, se promueve la educación ambiental en escuelas y eventos regionales.

 

Aunque el gato montés es un maestro del sigilo y rara vez se deja ver, su presencia es fundamental para la salud de los ecosistemas. Se adapta a diversos ambientes, desde bosques hasta pastizales, e incluso ha sido captado por cámaras trampa en sitios inesperados. Su futuro depende de nuestra capacidad para proteger su hábitat y reducir amenazas como la caza y el atropellamiento. Con el trabajo conjunto del GCWG y todas las organizaciones aliadas, seguimos apostando a un futuro en el que este pequeño felino siga recorriendo nuestros ambientes y dejando su huella.

El GCWG en instagram.

www.geoffroyscatwg.org

 

 

Con la reciente aprobación de la Reserva Natural Municipal “El Manchao” en Saujil, Catamarca da un paso histórico en la construcción de uno de los mosaicos de areas protegidas municipales más grande de Argentina, sumando cuatro municipios y más de 140 mil hectáreas protegidas.

En las últimas semanas, la comunidad de Saujil vivió una jornada memorable al celebrar la aprobación de su Reserva Natural Municipal, bautizada como “El Manchao”, en honor al cerro principal de la región. Con una extensión de 39.574 hectáreas, esta reserva se suma al esfuerzo colectivo que está transformando a las Sierras de Ambato en un espacio de conservación pionero en el país.

Es la última acción de una serie de debates, propuestas y colaboraciones para proteger las Sierras de Ambato, un cordón serrano que resguarda una gran cantidad de ambientes, donde se puede encontrar entre el 50 y el 70% de la flora y la fauna conocida para toda la provincia. Se trata de la tercera sierra pampeana más alta del país, productora de cuencas hidrográficas muy importantes para Catamarca.

Este trabajo es un testimonio del compromiso compartido entre gobierno y comunidades locales para garantizar un futuro sostenible.

Más de 140 mil hectáreas bajo protección en las Sierras de Ambato

Con la incorporación de “El Manchao”, el mosaico de conservación en Catamarca alcanza un total de 181.000 hectáreas distribuidas en cuatro reservas municipales:

  • Saujil: 39.574 hectáreas
  • Huillapima: 48.822 hectáreas
  • Capayán: 51.706 hectáreas

Este logro no solo marca un hito para Catamarca, sino que también posiciona a la provincia como un ejemplo y una posibilidad de planificación y gestión ambiental integrada entre municipios en Argentina. Las áreas protegidas del mosaico se conectan para la conservación de ecosistemas únicos, especies en peligro y valiosos recursos hídricos.

Las Sierras de Ambato tienen una gran diversidad de ambientes. Allí, podemos encontrar bosques montanos yungueños, bosques serranos de transición, prepuna con diversidad de cactus, pastizales de altura y ambientes altoandinos, y zonas de palmares autóctonos.

 

 

 

Valores de conservación en las Sierras de Ambato

Las reservas municipales del mosaico no solo protegen la biodiversidad, sino que también resguardan paisajes únicos, sitios arqueológicos y recursos hídricos esenciales. Cada hectárea de estas áreas protegidas guarda un tesoro invaluable.

Biodiversidad única

La región alberga especies icónicas como la taruca (Hippocamelus antisensis), el cóndor andino (Vultur gryphus) y la monterita serrana (Poospiza baeri), todas con un rol crucial en los ecosistemas de altura.

Es una zona llena de biodiversidad. Viven aquí cuatro especies de aves amenazadas y en retroceso a nivel internacional: la monterita serrana (Compsospiza baeri), el cóndor andino (Vultur gryphus), el vencejo pardo (Cypseloides rothschildi) y el loro alisero (Amazona tucumana)

Patrimonio arqueológico y cultural

Las Sierras de Ambato son un reservorio de historia y cultura viva. En ellas se encuentran sitios arqueológicos que narran la historia de las comunidades originarias y su relación con la naturaleza.

Estos vestigios son un puente entre el pasado y el presente, destacando la riqueza cultural de la región.

 

Conservación de cuencas hídricas

Los ríos Pomán y Mutquín, que nacen en las sierras, son esenciales para la vida local. Proteger sus cuencas no solo garantiza el acceso al agua, sino que también previene su contaminación.

Pato de torrente. Esta ave, característica de ríos de montaña, encuentra en estas aguas un hábitat perfecto para prosperar.

 

Flora y ecosistemas de altura

Los pastizales altoandinos, los bosques de arrayanes y los arbustales de prepuna son refugio de una biodiversidad excepcional. Plantas como la Passiflora umbilicata y animales como la mara dependen de la protección de estos ecosistemas.

Granadilla (Passiflora umbilicata) en las cumbres de Pomán. Esta planta rara de ver es un símbolo de la riqueza floral del noroeste argentino.

 

Un futuro en armonía con la naturaleza

Los municipios de las Sierras de Ambato han dado así un ejemplo inspirador de cómo integrar conservación y desarrollo sostenible. A medida que más municipios se sumen al mosaico, el impacto positivo en la biodiversidad, el turismo responsable y la calidad de vida de las comunidades será aún mayor.

Desde Natura Argentina, continuaremos acompañando este proceso, trabajando junto a los gobiernos locales, instituciones educativas y comunidades para implementar planes de manejo efectivos y asegurar que este patrimonio natural y cultural sea un legado para las próximas generaciones.

¡Gracias a todos los que forman parte de este esfuerzo colectivo para proteger la naturaleza! 

En el corazón de las Sierras de Famatina, junto a Natura Argentina y los municipios de Chilecito y Gral. Lamadrid, realizamos un relevamiento de senderos en busca de respuestas: ¿es necesario abrir nuevos caminos para conocer la montaña?

Así, recorrimos 92 km a lo largo de 17 senderos tradicionales utilizados para recreación y deportes, valorando su rol en la conservación y conexión de las personas con la naturaleza. Estas rutas brindan acceso a paisajes únicos, sitios donde existe una gran diversidad biocultural, los senderos nos conducen a territorios esenciales para la educación ambiental y la sensibilización.

Para enriquecer la experiencia, invitamos a la educadora Cynthia Dabul y al guardaparque Joaquín Piedrabuena de Proyecto Ambiental Escuela, quienes coordinaron talleres participativos con más de 70 personas del ámbito turístico. Los participantes crearon narrativas interpretativas para los senderos, enfocadas en el agua, la fauna, las plantas medicinales y la historia local, que se plasmarán en cartelería interpretativa.

Además, los guardaparques nacionales Lucas Fonzo y Javier Lucotti lideraron talleres prácticos de diseño y mantenimiento de senderos, fortaleciendo capacidades locales para preservar estos caminos como herramientas de conservación.

Queremos en esta nota invitarte a desandar ese recorrido, para descubrir la magia y la potencia de los senderos de montaña, y cómo puede cambiar la vida de las personas, llevándolas a descubrir la naturaleza.

Espacios de descubrimiento: cómo los senderos pueden convertirse en un territorio de educación ambiental

Además de su función práctica, los senderos son espacios en los que las personas tienen la oportunidad de vincularse con la naturaleza, recorrerla y descubrirla. Así permiten a las personas, locales y turistas, aprender sobre la importancia de la conservación de los ecosistemas regionales, promoviendo actividades recreativas al aire libre. Los senderos tienen el potencial para convertirse en herramientas de educación ambiental y sensibilización sobre los lugares que invitan a recorrer. 

senderos montaña

Además de su función práctica, los senderos son espacios en los que las personas tienen la oportunidad de vincularse con la naturaleza.

Pero los senderos también son frágiles: es el suelo desnudo, una especie de cicatriz en la piel del paisaje, por eso es importante que sean sostenibles. Sin el diseño y mantenimiento adecuado, pueden convertirse en un problema para la conservación del suelo, la vegetación y el ecosistema natural.

En el corazón de las Sierras de Famatina, La Rioja, desde Natura Argentina junto a los municipios de Chilecito y Gral. Lamadrid, una experiencia nos enseña algunas ideas sobre la efectividad de las propuestas para revalorizar estos espacios y ponerlos  a disposición de la conservación. 

Para iniciar esta tarea nos preguntamos: ¿es necesario abrir nuevos senderos para conocer la montaña? 

Caminamos kilómetros de montaña para entender a los senderos, sus posibilidades y amenazas, desde sus huellas.

 

Esa inquietud nos movilizó para relevar 17 huellas, sendas y picadas a lo largo y ancho de las Sierras de Famatina, recorriendo más de 92 kilómetros desde junio a diciembre de 2023. Muchos de esos espacios son utilizados tradicionalmente para recreación, deportes, y otras actividades.

Los senderos ofrecen acceso a lugares únicos, patrimonio cultural y natural, vistas increíbles y experiencias inolvidables.

Los relevamientos nos permitieron tomar decisiones informadas para, junto a los municipios colaborar en el mantenimiento y readecuación de algunos de estos lugares, acompañando con herramientas de educación ambiental e interpretación del patrimonio.

Los senderos conducen a territorios llenos de imaginarios del pasado, presente y futuro de la montaña.

 

Un sendero, muchas historias…

Para iniciar esa tarea convocamos a la Lic. en Ciencias de la Educación Cynthia Dabul y al guardaparque Joaquín Piedrabuena, de Proyecto Ambiental Escuela; una escuela de educación ambiental y equipo de consultoría especializado en conectar a las personas con la naturaleza como estrategia de transformación social.

Junto a ellos, organizamos talleres presenciales en ambas localidades, donde participaron más de 70 personas vinculadas al turismo. El propósito fue compartir herramientas de interpretación del patrimonio, para que los participantes aprendieran técnicas que enriquecieran la experiencia de los visitantes, ayudándoles a crear una conexión significativa con el entorno.

Durante los talleres, Cynthia y Joaquín propusieron a los participantes crear sus propias narrativas para los senderos, reconociendo que un mismo camino puede transmitir múltiples mensajes según la mirada de cada persona. Así, cada grupo desarrolló cuatro propuestas de interpretación diferentes, resaltando temas como el agua, la fauna, las plantas medicinales y las historias de los antiguos pobladores.

A partir de estas narrativas colectivas, se diseñará la cartelería interpretativa que se colocará en los senderos, mostrando a los visitantes la visión y valores de las comunidades locales.

 

¿Por qué trabajamos en talleres participativos?

De la teoría a la práctica, ¡pasamos a la acción!. Trabajando en los senderos, se hace camino al andar.

Construir un sendero y mantenerlo es un oficio, y buscamos que cada actividad que emprendemos también sea una instancia de fortalecimiento de capacidades. Por eso convocamos a guías, estudiantes y personal del municipio para que puedan formarse en la práctica del diseño, construcción y mantenimiento de senderos. Esta actividad estuvo a cargo de los guardaparques nacionales Lucas Fonzo y Javier Lucotti, quienes compartieron su vasta experiencia en el manejo de senderos en áreas protegidas y senderos naturales. La senda trabajada fue la que conduce a la Estación 3 “El parrón” del Cable Carril, que inicia desde el puesto de Don Abraham. 

De esta forma el conocimiento teórico pasó a la práctica, para que las personas participantes puedan aplicarla en otros espacios. Ya que es fundamental que los senderos sean mantenidos con regularidad para asegurar que cumplan su rol en la conservación, y a su vez brinden la mejor experiencia posible a quienes los recorren.

La educación ambiental nos propone acercanos a los senderos desde el involucramiento, el respeto y el disfrute con la naturaleza.

Equipos de mantenimiento, guías turísticos y de montaña, estudiantes y personas interesadas en contribuir al cuidado y sostenibilidad de las Sierras de Famatina pudieron reflexionar sobre la importancia de cuidar estos espacios, no solo para el disfrute de los visitantes, sino también para la preservación de los ecosistemas locales. Sabiendo que cada persona que recorre los senderos es una oportunidad para sembrar la semilla del respeto y la conservación, asegurando que los pequeños tesoros escondidos en la senda perduren por generaciones.

 

En Natura Argentina, pensamos que la mejor forma de proteger el ambiente es a través del diálogo de saberes: una colaboración entre el conocimiento científico y el saber local. En esta nota, te invitamos a viajar con nosotros a los Bañados del Río Dulce, donde trabajamos junto a las comunidades para proteger este ecosistema único. 

 

La tarde caía mientras los últimos retoques al mural en la Escuela “Salomón López García” se daban entre risas y charlas. A nuestro alrededor, niños y niñas jugaban, corriendo entre las mesas donde se veían los restos de la merienda. Los pinceles, manchados de colores vivos, descansaban por momentos mientras compartíamos historias con los vecinos de la comunidad y visitantes de la región que se acercaron a compartir la actividad. La obra que habíamos comenzado juntos esa mañana ya era mucho más que un mural: representaba el alma del paisaje del humedal, su flora y fauna, pero también lo que podemos lograr cuando nos detenemos a apreciar el paisaje que nos rodea. Esa jornada fue el broche de oro a una experiencia que había empezado mucho antes, y que continuaría aún después de nuestra partida.

Volvamos un poco atrás. Desde el 2020, nuestro equipo ha estado viajando regularmente a los Bañados del Río Dulce, en jornadas de campamento que nos permiten explorar y recopilar información sobre la flora y fauna del lugar, trabajando en estrecha colaboración con las comunidades de Los Porongos, El Huaico y Limache. En agosto de 2024, emprendimos una nueva campaña de trabajo con dos grandes propósitos: llevar a cabo un censo de aves y realizar el mural comunitario en la escuela.

 

Un viaje al corazón del humedal

 

Cada viaje a esta vasta extensión de humedales nos recuerda la riqueza natural que alberga. Los Bañados del Río Dulce son un mosaico de vida. A medida que recorríamos los senderos, encontrábamos huellas frescas de carpinchos y el rastro furtivo de algún aguará guazú, el esquivo zorro grande de las pampas. Los cielos abiertos de la región esconden el aleteo imponente del ñandú, mientras las lagunas son el refugio para aves migratorias que vienen de latitudes lejanas, como los flamencos rosados que se posan en las aguas del humedal, creando un paisaje digno de postal. Este humedal no es solo hogar de una biodiversidad única, sino también de historias compartidas por los pobladores que, desde generaciones, conviven con este entorno.

Detectamos más de la mitad de las especies de aves de la provincia viven aquí. También contiene poblaciones de mamíferos amenazados, como el aguará guazú. En la zona hay muchos ambientes húmedos permanentes de difícil acceso que son resguardo de una gran cantidad de flora y fauna.

 

El registro de aves es uno de los pilares de nuestro trabajo en la región, ya que más del 50% de las aves registradas en Santiago del Estero habitan este lugar. Durante dos jornadas recorrimos las lagunas de Los Porongos y Soria, observando, registrando y tomando fotografías de cada especie que avistábamos. Para esta tarea, seguimos un método que combina telescopios, cámaras de fotos y app de celulares con los sonidos y llamadas de las aves, el uso de drones para sobrevolar las lagunas, y el conocimiento ancestral de los pobladores. Daniel, vecino de Los Porongos, nos acompañó en algunos recorridos, compartiendo historias y saberes sobre las aves que, con su experiencia, ha observado año tras año.

 

¿Qué entendemos por diálogo de saberes?

 

El diálogo de saberes forma parte de nuestros pilares de trabajo. Este enfoque reconoce que tanto el conocimiento científico como el conocimiento local son fundamentales para la conservación efectiva de los ecosistemas. En el caso de los Bañados del Río Dulce, los pobladores conocen los ritmos del río, las épocas en que aparecen ciertas especies y cómo varían los niveles de agua según las lluvias. Ese saber, que a veces no puede encontrarse en libros ni estudios, es invaluable para nosotros. A su vez, aportamos nuestra visión científica, basada en datos y herramientas tecnológicas, como las plataformas de registro de biodiversidad, para realizar análisis detallados y de largo plazo.

Los pobladores no sólo conocen y valoran la flora y fauna presente, identifican amenazas a aquellas especies que consideran importantes y demandan acciones en el territorio que mejoren su calidad de vida mostrando interés en actividades vinculadas a la conservación de la naturaleza y el uso sustentable.

 

Este enfoque colaborativo se manifestó también durante la creación del mural. Lo que comenzó como un proyecto para conmemorar el Día de las Infancias terminó siendo una gran jornada de intercambio, donde adultos e infancias participaron activamente. Nos encontrábamos pintando junto a ellos y ellas, pero también conversando sobre las especies locales, sobre los cambios en el paisaje, y sobre los desafíos que enfrentamos para preservar este lugar tan especial. El mural, que retrata la laguna y su biodiversidad, se convirtió en una oportunidad para que la comunidad visualizara su conexión con el entorno natural que los rodea y del que son parte.

 

Un mural colaborativo

 

Al caer la tarde, la laguna Soria nos ofreció un espectáculo que difícilmente olvidaremos. A lo lejos, el río Dulce serpenteaba hacia la laguna Mar Chiquita, fundiéndose con el paisaje. Desde el aire, con la ayuda del dron, pudimos apreciar cómo los brazos del río se extendían, creando un laberinto de agua que nutre todo el ecosistema. Este es uno de los mayores desafíos que enfrentamos: la conservación de un espacio dinámico, en constante transformación, pero que también es vulnerable a las actividades humanas y el cambio climático.

La zona de los Bañados del Río Dulce posee uno de los valores de conservación más importantes en la actualidad: la existencia de vastos humedales que retienen y almacenan agua dulce disponible para consumo humano, la producción y el sostenimiento de la vida silvestre.

 

La zona de los Bañados del Río Dulce posee uno de los valores de conservación más importantes en la actualidad: la existencia de vastos humedales que retienen y almacenan agua dulce disponible para consumo humano, la producción y el sostenimiento de la vida silvestre.

La construcción conjunta, en el respeto por los saberes locales y en la co-creación de estrategias que  permitan la convivencia de las actividades humanas con el equilibrio de la naturaleza, son la clave para cómo proteger estos territorios, amenazados por el cambio climático, la caza furtiva y la degradación.

 

Las historias que faltan

El último día, con el mural terminado y las carpas guardadas, nos despedimos de la comunidad de Los Porongos. Sabemos que nuestro trabajo aquí no termina. Cada vez que volvemos, el diálogo continúa. Nos llevamos datos valiosos sobre las especies que habitan estos bañados, pero también nos llevamos las historias de quienes desarrollan su vida diaria en este rico escenario. 

Gracias por acompañarnos en este recorrido y, sobre todo, gracias a la comunidad de Los Porongos por abrirnos sus puertas una vez más. ¡Hasta la próxima!

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En el marco del proyecto de conservación de ecosistemas naturales que promueve Natura Argentina junto a actores locales, se realizó un ciclo de conversatorios en el que se abordaron temas como el uso tradicional de plantas locales, la importancia del agua, la vulnerabilidad del sistema hídrico frente al cambio climático, la conservación de la fauna nativa, el turismo sostenible y las áreas protegidas. Los participantes resaltaron la necesidad de cooperación entre organizaciones, instituciones y la comunidad, para lograr una conservación efectiva.

 

El objetivo del ciclo fue construir estrategias de conservación que enriquezcan el patrimonio cultural y promuevan la participación ciudadana en la protección de las Sierras de Famatina y sus áreas circundantes. 

Conocer para cuidar, y encontrarse para fortalecer vínculos comunitarios e intercambiar saberes. Estos fueron algunos de los deseos y objetivos que impulsaron la realización de cuatro encuentros co-organizados por el equipo de Natura Argentina, junto a estudiantes y docentes de la Licenciatura en Producción Vegetal, Hidrogeología y Turismo Ecológico de la Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR) – Sede Regional Villa Unión (Departamento Coronel Felipe Varela); y del profesorado en geografía del Instituto Superior de Formación Docente (ISFD) “Profesor Víctor Mauricio Quintero” (Villa Castelli – Departamento General Lamadrid).

Experiencias de turismo sostenible, la importancia de la flora y fauna nativa, pero sobre todo el indiscutible valor del agua, guiaron este ciclo pensado como un espacio para conversar sobre los valores de conservación de las Sierras de Famatina. El conocimiento científico y los saberes tradicionales, se complementaron para aportar a la construcción de una mirada integral del territorio.

Fusión del Río Aguas Negras y el Río Oro. Las Sierras de Famatina son necesarias para la regulación y la disponibilidad del agua en cantidad y calidad en la región.

 

Un viaje a través de la flora en las Sierras de Famatina

Con aroma a jarilla, molle y algarrobo inició el primer encuentro, que convocó a Jorge “Chinano” Molina, Belén Bordón, Ricardo Zapata, Marisol Ortiz y Humberto Cerezo, quienes dieron el puntapié inicial en la charla sobre la flora de las Sierras y sus usos tradicionales. 

Chinano, artesano textil y educador de Villa Castelli, cuyos conocimientos provienen de una larga tradición familiar, explicó el uso de plantas locales en la tintura de hilados y resaltó la importancia del agua como fuente de vida para los dos valles: “Nos permite cultivar y esas plantas sirven para teñir (…) Uno tiene que tomar de la naturaleza lo que necesita para subsistir, no con codicia y avaricia, porque así uno destruye la tierra”. 

 

Con jarilla, tintitaco, molle, jume, algarrobo, cachiyuyo y atamisqui, Jorge tiñe las lanas de manera artesanal, preservando las enseñanzas de su madre.

 

 

Otra invitada, Belén (profesora de geografía) focalizó su intervención en el uso medicinal de la flora, a lo que se sumó Ricardo (ingeniero agrónomo) que hizo hincapié en la importancia de generar conocimiento sobre la diversidad de la flora de las Sierras y de sus propiedades para poder darle valor y aprender sobre sus posibles usos y los aportes que hace a la calidad de vida de las comunidades. Ricardo también resaltó la importancia de conservar los recursos, especialmente el agua, que es esencial para las personas, plantas y animales.  

Por su parte, Marisol, técnica de producción vegetal, presentó los resultados de su investigación sobre las  formas de germinación de las semillas de algarrobo, y llamó la atención sobre la necesidad de preservación de los bosques de la zona. 

Para finalizar, Don Cerezo, poblador de Villa Unión y dueño de “La Yuyería”, un local de venta de yuyos serranos, remarcó la importancia de recolectar las especies de forma responsable, teniendo en cuenta las zonas, la época y la forma en la que se lleva adelante la actividad, manteniendo vivo el conocimiento ancestral.

Vecinos y vecinas, estudiantes, docentes y autoridades de la UNLaR sede Villa Unión, que dieron inicio al ciclo de conversatorios.

 

El agua en la montaña: reflexiones desde la hidrogeología, la gestión hídrica y la práctica comunitaria

En una tarde primaveral de octubre, la sede de la UNLaR en Villa Unión fue el lugar de encuentro para continuar intercambiando saberes sobre conservación.

Esta vez, Esteban Miguel, Violeta Tejada y César Vega reflexionaron sobre el valor del agua en la montaña.  La Licenciada en Hidrogeología Violeta, se refirió a los bienes y servicios ecosistémicos asociados al sistema hídrico de las sierras, destacando su vulnerabilidad ante el contexto de cambio climático que afecta la vida de la flora y fauna de la región, produciendo el retroceso de glaciares, y pudiendo causar fenómenos climáticos más extremos. 

“Conservar la Sierra de Famatina es importante para las comunidades de los valles adyacentes, ya que actúa como una fábrica natural que almacena y regula el agua para la región. Los glaciares presentes en las alturas de la montaña desempeñan un proceso significativo al almacenar y distribuir gradualmente a través de ríos, vertientes, vegas y agua subterránea, abasteciendo así a las poblaciones locales para su consumo y bienestar general”, detalló la Licenciada Tejada.

Para entender esta idea se puede pensar que las Sierras funcionan como el tanque de agua de una casa, que se recarga a través de las precipitaciones, permitiendo la disponibilidad y distribución de agua.

 

 

A continuación, Esteban Miguel, doctor en Ciencias Exactas y técnico especializado en gestión hídrica, habló sobre el ciclo hidrológico, explicando cómo funciona a nivel global pero también a escala regional en las Sierras de Famatina. Para finalizar, el presidente del Consorcio de Agua del Departamento General Felipe Varela, Don Vega, explicó cómo nació el Consorcio. Se formó en 1998, impulsado por productores de la zona con la necesidad de establecer una distribución equitativa del agua para sus cultivos. Aportó datos sobre su utilización, que tiene como prioridad el consumo humano, la producción agrícola/ ganadera,  y se nutre en mayor parte del agua proveniente de las sierras.

Diálogo sobre la convivencia entre fauna nativa y comunidades en las Sierras: Desafíos y propuestas para la conservación

El tercer encuentro del ciclo convocó a Franco Barrera, María Laura Steffolani, Alejandro Agüero y Juan Martín Tello, para dialogar sobre la importancia de la fauna nativa y su convivencia con las comunidades. 

El guanaco es una especie protegida en La Rioja (Ley 7695/04), permitiendo su uso racional y prohibiendo de forma absoluta la caza.

 

 

 

 

El intercambio giró en torno a los desafíos para la conservación de las especies, y la importancia de las sierras en el desarrollo del turismo. También se compartieron propuestas para mitigar los efectos del cambio climático, siendo la cooperación articulada entre organizaciones, instituciones y comunidad la acción destacada.   

Partiendo de la premisa de que para conservar hay que conocer, la bióloga Laura Steffolani compartió información general sobre la fauna en las sierras, invitando al público a  diferenciar entre las especies nativas y endémicas; reflexionando sobre el rol que cumplen en los ecosistemas y cómo su presencia influye en la calidad de vida de las comunidades humanas que habitan esta región.  

Por su parte, el biólogo Alejandro Aguero se explayó sobre la importancia de los ecosistemas de montaña en la provisión de agua para las comunidades locales y la fauna, refiriéndose a dos especies en particular: la taruca y el guanaco. Para finalizar aportó una mirada amplia de la situación explicando que no se trata de conservar una especie, sino de entender que es un sistema que debe sobrevivir, en el que los seres humanos son un elemento más.

Alejandro Aguero es docente investigador dentro del campo de las ciencias biológicas, especializado en ecología y manejo de fauna silvestre con relación a cambio de usos de la tierra y desarrollo territorial.

Juan Martin Tello compartió sus vivencias como pastor de ganado, dando un lugar especial a la conexión que se crea con el entorno, la cual permite desarrollar saberes más profundos sobre las plantas medicinales, los animales y sus ciclos.  Remarcó que las personas son parte viva de las sierras y un factor clave en la conservación.

Martín Tello es técnico agropecuario, su labor en las Sierras se enfoca en la cría y el manejo de ovejas, tarea en la que aplica conocimientos adquiridos por su formación y usanza de vivir en la región, cuidando la fauna y flora local.

 

El turismo, una herramienta importante para la participación ciudadana en la conservación

Más de 200 personas participaron de este ciclo, aportando sus conocimientos y experiencias para contribuir a la conservación de las Sierras de Famatina.

Para finalizar este ciclo la temática elegida fue “Turismo sostenible y áreas protegidas”. Contó con la presencia de la bióloga Cristina Casavecchia, los licenciados en turismo Fabián Páez  y Santiago Croci. Las reflexiones giraron en torno a la participación ciudadana y la promoción de procesos de buena gobernanza en la creación de áreas protegidas; el rol de la gestión pública en las políticas turísticas, especialmente en lo relacionado a la actualización y cumplimiento del marco legal; y la importancia del turismo sostenible en la socialización de herramientas y acciones para crear conciencia y estimular la participación de la ciudadanía en la conservación de las Sierras y sus áreas de influencia. 

Quienes formamos parte del equipo de Natura Argentina, trabajamos para construir estrategias efectivas de conservación, que contribuyan al enriquecimiento del patrimonio cultural, desarrollen acciones de incidencia política dialogadas, consensuadas, colaborativas y con impacto a largo plazo. Es por eso que apostamos a estos espacios de intercambio de saberes, donde se comparte información amplia y diversa a toda la comunidad.  ¡Hasta el próximo encuentro!

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Fuente: Gerardo Cerón

Prensa

Lucila Castro: “Sueño ver una perfecta armonía con la Naturaleza”

La joven de 33 años es bióloga y tras mudarse de pequeña a Miramar, se enamoró de la Laguna Mar Chiquita y su objetivo siempre fue la preservación de la flora y fauna del lugar. A punto de convertirse en Parque Nacional, ella es la guardiana de Ansenuza.


Proyectan crear en Uspallata el primer Parque Nacional de Mendoza


La Administración de Parques Nacionales está evaluando seriamente la posibilidad de elevar, en un futuro mediato, la categoría del paraje andino y transformarlo en una reserva nacional, basado en sus valores geológicos e hidrológicos, faunísticos, florístico y su gran valor cultural.


Presentan proyecto para la creación de Sierras de Ambato Nacional en Catamarca


Este artículo fue realizado por periodistas profesionales y cuenta con un autor responsable. Agradecemos su interés en compartirlo, pero le solicitamos que lo hagas desde el link original: https://www.elesquiu.com/politica/2023/9/5/presentan-proyecto-para-la-creacion-desierras-de-ambatonacional-en-catamarca-487911.html
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Avance sobre las leyes ambientales: qué quiere modificar el Gobierno y cuáles serán las consecuencias


El viernes circuló un documento con supuestas propuestas del Ejecutivo para cambiar algunas de las modificaciones enviada en la megaley pero los diputados de la oposición esperan mayores definiciones. Claves para entender lo que pretenden Milei y su gabinete y lo que exige la oposición.


Apareció en Córdoba un ejemplar de oso hormiguero, una especie vulnerable en el país


Ocurrió en la región de Ansenuza, en la zona oeste de la laguna Mar Chiquita. Fue captado por una cámara trampa nocturna


Expertos sobrevolaron Mar Chiquita para censar flamencos


Buscan obtener información sobre la población de aves y del humedal en el que habitan. El relevamiento permitirá planificar acciones y optimizar la gestión del Parque y Reserva Nacional Ansenuza.


Hallaron una especie en peligro de extinción en Catamarca


El relevamiento fue realizado días pasados y el resultado se publicó a través de redes sociales.


La memoria y la identidad se construyen haciendo un doble ejercicio: mirar hacia atrás y hacer permanecer. Invitamos a descubrir las Sierras de Ambato: para percibir e integrar esa historia que está ahí, al alcance de todas las personas, y que forma parte de nuestra vida.  Co-crear áreas protegidas, como una manera de mantener vivo ese legado cultural, honrar los orígenes, las formas de vida y producciones actuales, junto a la conservación de los bienes naturales.

 

“Paisajes de Catamarca 

con mil distintos tonos de verde 

Un pueblito aquí, otro más allá. 

Y un camino largo que baja y se pierde.”

Rodolfo Polo Giménez

 

Esta canción -más conocida por la interpretación de Los Chalchaleros- describe la cuesta del portezuelo, sus costumbres, y un poco de la idiosincrasia catamarqueña. Suele ser lo primero que describen quienes ven Catamarca por primera vez:  los mil tonos de verde, y sus caminitos, hacen de este lugar un sitio maravilloso.

Las Sierras de Ambato se erigen en la región central de la provincia, como una columna vertebral rodeada de vida a su paso. Los matices naturales son tan diversos que parecieran muchas regiones en una: Yunga con verdes intensos, un Bosque chaqueño pintado de quebrachos y algarrobos, la Prepuna y esos cardonales antiguos que parecieran tener memoria. Montes de Sierras y Bolsones: estepas arbustivas que caen silenciosas por los valles. Los Altos Andes, ecorregión que nos conecta, mediante la vértebralidad de la cordillera a esta parte sur del mundo, con el resto de América Latina. Un crisol de ecorregiones.

Pero no solo se trata del verde y la naturaleza exhuberante: en cada uno de los rincones de las Sierras de Ambato hay historias, leyendas, formas de vida que componen un vasto patrimonio cultural.

Un reconocido antropólogo, Llorens Prats, definió al patrimonio cultural como un conjunto de bienes tangibles e intangibles, que se hallan en una cultura o en un pueblo. Desde esta perspectiva, sabemos que es posible encontrar registros, voces, costumbres y narrativas que describen el paisaje. 

El patrimonio se constituye entonces no solo como aquello que se percibe desde el entorno natural, sino también eso que sentimos o percibimos cuando contemplamos lo que nos rodea. La idea de patrimonio también es dinámica, ya que no es algo que comienza y termina, sino que se puede transmitir de generación en generación, se recrea constantemente.

Según este mismo autor, el patrimonio cultural intangible se ha revalorizado no sólo como fuente de diversidad, identidad, creatividad de los pueblos y como práctica y conocimiento de quienes lo portan, sino también como una construcción social.

Es en este mismo sentido que las áreas protegidas son una oportunidad para la permanencia del patrimonio cultural y natural de este pedacito de la Argentina.

 

Pedacitos de memorias. Instalaciones de la finca Mischango. Familia Losso.

 

La riqueza patrimonial de este pedazo de Catamarca está a la vista, acompaña el paisaje y a su gente en cada uno de los lugares en donde este cordón montañoso alberga un pueblito aquí y otro más allá.

 

El Manchao: el hechicero del alto guarda nuestra memoria

 

Se cree que la palabra “Ambato” proviene del dialecto kakan –la lengua de las comunidades Diaguitas que habitaron esta zona y del quechua “An-Huatu”, que significa “hechicero del alto. “Manchao”, se compone de la raíz “manch”: miedo, y “ao”: lugar. Es decir, el cerro Manchao: el punto más alto del cordón montañoso, el lugar del miedo. 

 

El Cerro El Manchao, de 4550 msnm, el más alto de de la cadena montañosa del Ambato, en la provincia de Catamarca. Su nombre significa “lugar de miedo“.

Hay quien dice que a los cerros se les pide permiso para escalarlos, para transitar sus senderos, ofrecer una plegaria, dejar una apacheta, mostrar respeto. El Manchao convoca a un misticismo particular. Tiene una impronta imponente, de laderas abruptas y rocas prominentes, y su cima, de 4.552 metros de altitud sobre el nivel del mar, está a veces teñida de blanco por las nevadas. 

Hay en esta imponencia múltiples historias que se tejen en la memoria de los pueblos. El diálogo de saberes y la sacralidad de la naturaleza en torno a lo que se percibe del lugar, cobra vida en imágenes y testimonios de los habitantes de estas tierras.

Estas historias permanecen, se reinventan y están ahí otorgándole sentido a lo que vemos.

 

Una vieja bodega a los pies del Manchao. Historia de una producción vitivinícola de las personas que llegaron a estas tierras.

 

Una canción que seguirá siendo cantada

 

Considerar el patrimonio cultural, apreciarlo en forma de canción, poema, leyenda o relato nos  conecta con lugares y personas. En este sentido, las áreas protegidas deben contemplar estas expresiones para que puedan perdurar no solo los bienes naturales y sus maravillas, sino también las identidades de las comunidades que viven allí.

Andando por esos caminos “que bajan y se pierden”, tal vez logremos percibir e integrar esa historia que está ahí, al alcance de todas las personas, y que forma parte de nuestro patrimonio. Es que la memoria y la identidad se construyen haciendo ese doble ejercicio, mirar hacia atrás y hacer permanecer. La conservación implica todo esto. 

Recuperar saberes sobre los valores de conservación: que incluyen la fauna, flora y cursos y cuencas de agua pura del lugar, sus habitantes, prácticas y costumbres. Y tener presentes las amenazas, entendido como todo aquello que van en detrimento de estos valores: como por ejemplo, prácticas extractivas como la minería a cielo abierto, que sabemos existen en este  territorio. 

Co-crear áreas protegidas, es una manera de mantener vivo ese legado cultural, honrar los orígenes, formas de vida y producciones actuales junto a la conservación de los bienes naturales.

 

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Acompañanos en nuestra aventura de descubrir y registrar especies, para conocer y re-conocer esos paisajes tan diversos e increíbles de Córdoba.

El tapetí (Sylvilagus brasiliensis), un pariente cercano del conejo, es muy difícil de ver.  Una esperanza de que este y otros mamíferos pueden sobrevivir en una región caracterizada por la fragmentación del hábitat y la rápida deforestación.

 

Esa mañana de marzo, el equipo del Proyecto Ansenuza de Natura Argentina estaba listo a las 7:08 am para salir. Cintos de seguridad ok, mochilas ok, elementos de acampe ok, y por supuesto, nuestro fiel compañero: el equipo de mate.

El norte cordobés, coronado por zigzagueantes quebrachales, nos escoltaba por el camino de tierra para darnos una gran sorpresa que no esperábamos. Aunque un miembro del equipo ya había confesado tener un presentimiento.

Estábamos trabajando en una investigación y relevamiento de mamíferos, en diferentes puntos alrededor del Parque Nacional y Reserva Nacional Ansenuza, como también en la Reserva de Usos Múltiples de la provincia de Córdoba.

Recorriendo el bosque chaqueño cordobés con nuestro fiel compañero: el equipo de mate.

El objetivo de este viaje era retirar un grupo de cámaras trampas que habían sido colocadas allí el año anterior, para descubrir qué tipo de fauna protege nuestro hermoso bosque chaqueño cordobés. Estas cámaras son uno de los mejores dispositivos para estudiar mamíferos. Al captar movimiento frente a ellas, emiten un imperceptible pestañeo y ¡voilà!, en una pequeña tarjeta de memoria, queda guardado ese instante en una imagen digital. Estos dispositivos son super útiles e interesantes para quienes hacemos relevamientos de especies en los diferentes ambientes naturales que estudiamos, ya que pueden camuflarse y además, son menos invasivos en relación con otros métodos.

Las cámaras trampa son dispositivos útiles para relevar especies, ya que pueden camuflarse en diferentes ambientes y son un método poco invasivo.

Se terminaba un día de mucho calor y, aunque contábamos con un GPS que nos facilitaba ubicar el punto exacto donde estaba cada cámara, atravesar los arbustales y pastizales -con la particular característica que tiene el Bosque Chaqueño- nos tomó su tiempo y más de un rasguño.

Atardecer en el gran humedal de la laguna Mar Chiquita y bañados del Río Dulce.

El sol empezó a atenuar su brillo, y los colores rojizos y azulados del cielo se empezaron a difuminar: el monte se cierra y su oscuridad se empieza a tragar los pasos que quedan por detrás, nuestras voces se empiezan a callar y los sonidos nocturnos toman protagonismo. Contemplar este momento único, donde todos somos parte de lo mismo, es uno de los instantes más gratificantes de este trabajo.  Después de recuperar las últimas cámaras, era momento de regresar a descansar.

 

Un encuentro inesperado

Una vez de regreso a nuestro lugar de acampe, estratégicamente elegido bajo un algarrobo anciano para que su amplia copa protegiera nuestras carpas del rocío y la fresca brisa nocturna, decidimos empezar a organizar nuestra cena y a pesar de estar algo cansados, no quisimos esperar. Nos ganó la ansiedad y con mate en mano, prendimos las computadoras y empezamos a hacer una exploración fugaz por las miles de fotos que se habían guardado. Sabíamos que cuando regresáramos a la oficina esta labor sería más exhaustiva, precisa, y tomaría semanas (¡incluso meses!). 

Fue cuestión de minutos hasta empezar a mencionar el nombre de las especies que iban apareciendo.

¡Un zorro gris!, ¡mirá, la corzuela, qué lindos cuernos!, ¡un zorrino con su mamá!

Hasta ese momento todo era alegría y pasión por ver a los bichos libres y en su hábitat, simplemente siendo… Y, de repente… Una voz en tono afirmativo grita: ¡TAPETI!

Y seguidamente interroga, ¿Tapeti?… ¡Sí! Confirmó la voz del compañero a su lado, y todos corrimos a observar la foto que aparecía en la computadora. 

Ahí estaba este mamífero, cualquier inexperto lo habría confundido con un conejo común, pero nosotros éramos el Equipo Ansenuza, y sabíamos lo que ese registro significaba, era como un premio al esfuerzo del día, el equipo que no se podía ir a dormir sin descubrirlo.

Descubriendo al tapetí, una especie en peligro crítico.

 

Pero, ¿qué tiene de sorpresivo este registro? Volvamos unos años atrás…

Hasta el año 2017, este bonito conejo autóctono solo contaba con un registro documentado para la provincia de Córdoba, en el año 2000, aproximadamente. Una de las incógnitas era si seguía habitando los bosques cordobeses. Luego, con el uso de cámaras trampa en la región, se lograron dos nuevos registros para los años 2017 y 2018. Este grandioso hallazgo confirmaba que aún está habitando la zona y que, indudablemente, forma parte del grupo de los mamíferos cordobeses.

No alcanzamos a celebrar demasiado esa noche. Fue tan grande la emoción por confirmar su presencia que el equipo salió de nuevo a campo.

¡Sí, así como leen! Nos calzamos botas, polainas, campera y linterna en la frente, para nuevamente adentrarnos al oscuro monte cordobés, rumbo a la posición estricta donde había estado la cámara que había fotografiado al Tapeti. Para nuestra sorpresa, y como quien espera a un amigo con novedades en su casa, allí estaba el ejemplar de TAPETI.

¡Fa! ¡Qué suerte tuvimos!.

El tapetí es de hábitos nocturnos. Mide hasta 40 centímetros, y vive en ambientes de bosque y selva del norte del país.

 

Nuestras caras no reflejaban otra emoción más que la de sorpresa, ¿nos habrá estado esperando? Nunca lo sabremos, pero sí fue un excelente momento para volver a fotografiarlo, esta vez en vivo y en directo y no solo con nuestras cámaras digitales sino con nuestras propias pupilas. Una noche inolvidable para todo el equipo.

 

El tapetí, de hábitos nocturnos

El Tapetí, cuyo nombre científico es Sylvilagus brasiliensis, es un pequeño mamífero que mide de 26 a 40 centímetros de largo, con una cola de 1 a 3,5 centímetros. Tiene orejas y patas más cortas en relación con la liebre, una especie introducida similar. Pesan de 0,7 a 1,3 kg y tienen cabeza redondeada, ojos grandes y oscuros, y pelaje corto y denso de color pardo grisáceo jaspeado de negro. Detrás de los ojos, presentan una manchita clara, mientras que la garganta, el vientre y el interior de las patas son blancos.

Hasta ahora, solo se conocían observaciones eventuales del tapetí en Córdoba. Fotografía: Francisco Rebollo Paz.

Este fascinante animal vive en ambientes de bosques, selvas y montes chaqueños del norte del país. Es de hábitos solitarios y de actividad nocturna, y se mueve caminando o mediante saltitos por el suelo del bosque. Durante el día es difícil verlo, ya que duerme en huecos de troncos caídos y, cuando es sorprendido, permanece inmóvil y escondido en la vegetación debido a su carácter tímido. Su alimentación se basa en tallos, hojas y raíces.

 

En peligro crítico

El descubrimiento de esta especie en el humedal de Ansenuza nos alerta sobre la importancia de contar con parches de bosques en buen estado de conservación, conectados íntegramente, que permitan la continuidad de sus poblaciones, al igual que sucede con muchas otras especies de mamíferos.

Es importante mencionar que la clasificación taxonómica de esta especie es un enigma para muchos investigadores. Se está estudiando si el Tapetí no será, en realidad, un complejo de más especies, similares y muy emparentadas entre sí. Además, hay escasos conocimientos sobre sus hábitos y comportamiento, lo que hace de su estudio un desafío apasionante para los científicos.

En cuanto a su conservación, a nivel nacional no está considerada amenazada (Res. 316/2021). Sin embargo, en la provincia de Córdoba, el Tapetí se encuentra en peligro crítico según la última categorización del estado de conservación de los mamíferos (Res. 334/2019 de la Secretaría de Ambiente). Esto se debe a las amenazas que enfrenta, como la pérdida de hábitat, la depredación por perros, el atropellamiento en rutas, la caza directa ilegal y el impacto de las especies exóticas invasoras, como la liebre, con la que compite.

“El equipo de Natura Argentina se siente orgulloso y emocionado por este descubrimiento. Nuestro trabajo de investigación y relevamiento de mamíferos nos ha permitido conocer y valorar la riqueza natural de la región, y cada hallazgo nos motiva a seguir trabajando en la conservación de estas especies y sus hábitats”.

El descubrimiento de nuevos lugares donde habita esta especie en el humedal de Ansenuza es un hito importante para la conservación y el conocimiento de la biodiversidad en la región. El trabajo realizado por el equipo del Proyecto Ansenuza de Natura Argentina, en colaboración con la Administración de Parques Nacionales y la Secretaría de Ambiente de Córdoba, ha permitido obtener valiosa información sobre la presencia y distribución del Tapetí en el área.

La utilización de cámaras trampa ha sido fundamental para el estudio de esta especie y de otros mamíferos en los diferentes ambientes naturales. Estos dispositivos son menos invasivos y permiten captar imágenes de los animales en su hábitat, brindando datos precisos sobre su comportamiento y movimientos. Gracias a las cámaras trampa, se ha podido documentar la presencia del Tapetí en varias ocasiones, lo que confirma su persistencia en los bosques cordobeses.

Este descubrimiento no solo representa un logro científico, sino también una llamada de atención sobre la importancia de conservar y proteger los bosques y humedales de la región. El Tapetí es solo una de las muchas especies que dependen de estos ecosistemas para su supervivencia. Su presencia nos recuerda la necesidad de mantener los hábitats naturales y garantizar la conectividad entre ellos, para asegurar la continuidad de las poblaciones de mamíferos y preservar la diversidad biológica de la provincia.

 

Nos reunimos con diferentes actores involucrados en conservación y comenzamos a pensar en una agenda común para trabajar en: el cumplimiento de las metas ambientales internacionales, y la sostenibilidad económica de las áreas protegidas de Argentina. El aporte de Natura Argentina para lograr que los mecanismos de financiación aseguren la participación de las personas en los procesos de creación de nuevas áreas protegidas.

 

Por Redacción Natura

En un significativo evento, logramos reunirnos con referentes políticos de diferentes partidos y organizaciones de la sociedad civil, congregados para dialogar sobre las propuestas y desafíos que enfrenta Argentina en su camino hacia la meta 30×30. Este encuentro tuvo como gran objetivo analizar el estado actual de nuestras áreas protegidas y diseñar una estrategia sólida hacia el futuro. 

Participaron representantes de gobierno del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, de la Administración de Parques Nacionales y representantes del cuerpo legislativo del Congreso de la Nación.

Fue una jornada de participación y trabajo. Pudimos conversar con representantes de gobierno del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, de la Administración de Parques Nacionales y la Fundación Parques Nacionales, representantes del cuerpo legislativo del Congreso de la Nación, otras organizaciones filantrópicas del mundo, y representantes de ONG argentinas que trabajamos por la conservación del patrimonio natural y cultural del país. Los grandes desafíos planteados fueron, por un lado, el camino para lograr detener e invertir la pérdida de diversidad biológica, pero también para pensar mecanismos de financiación para la sostenibilidad de las áreas protegidas existentes, en todos los niveles de gestión. 

 

El desafío de la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas

La agenda del evento, realizado en el mes de junio en la Embajada Argentina de los Estados Unidos, tuvo como grandes ejes, por un lado, las metas ambientales internacionales a las que Argentina se comprometió en la COP 15 del Convenio de Diversidad Biológica, y por otro, posibles mecanismos de financiación para el sistema de áreas protegidas del país, para poder lograr esas metas. Debemos tener presente que los fondos destinados a la conservación de la naturaleza son escasos para los objetivos planteados, y en el contexto socioeconómico del país, el financiamiento externo es clave.

En relación con eso, se conversó sobre el Plan de financiamiento para la permanencia, una herramienta que tiene como objetivo último garantizar la sostenibilidad financiera a largo plazo para la conservación.  Desarrollar un plan de conservación integral y un modelo de sostenibilidad financiera de las áreas protegidas es sumamente importante para que existan más y mejores áreas protegidas.

“Natura Argentina se compromete a seguir trabajando para crear áreas protegidas en conjunto con las comunidades locales y con base técnica y científica adecuada, para proteger lugares amenazados y únicos de nuestro país”. Lucila Castro, directora ejecutiva de Natura Argentina (der).

 

“Revisar la estrategia argentina con la ayuda de organizaciones nacionales e internacionales que son especialistas en el ambiente, y en la misma mesa que diferentes actores políticos involucrados es exitoso para nuestro trabajo, porque pudimos pensar juntos necesidades y mecanismos útiles”, resumió Lucila Castro, directora ejecutiva de Natura Argentina

Algo destacable de estas formas de financiamiento es que se establece que para poder utilizar estos recursos es que debemos interpretar lo financiero junto con la conservación efectiva como un todo, y que diferentes actores, técnicos, sociales y políticos, debemos trabajar juntos y pensar en acuerdos para poder avanzar.

 

 

¿Qué implican algunos de los compromisos internacionales asumidos por Argentina?

 

Argentina tiene una larga historia en conservación y creación de áreas protegidas. Fue uno de los primeros países del mundo en crear parques nacionales; el compromiso en la conservación de la biodiversidad ha sido evidente en los últimos años, con un aumento en la superficie terrestre y marina protegida a nivel nacional. Sin embargo, se reconoce que es fundamental fortalecer la colaboración y encontrar soluciones conjuntas para superar los desafíos financieros y operativos que enfrentan las áreas protegidas de carácter provincial.

Para el año 2030, Argentina debería duplicar sus áreas protegidas, tanto en tierra como en el mar, según el acuerdo firmado en la COP 15 del Convenio de Diversidad Biológica.

En diciembre de 2022, la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas llegó a un nuevo acuerdo mundial sobre biodiversidad denominado Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica. El convenio representa un hito significativo en los esfuerzos globales para abordar las crecientes tasas de pérdida de biodiversidad, e incluyó la adopción de un marco de monitoreo y mecanismos para la planificación, el reporte y la revisión.

En ese acuerdo se establece que los países, incluido Argentina, deben aumentar la superficie de las áreas protegidas hasta el 2030 y mejorar la calidad de la gestión de las mismas.

De izquierda a derecha: la Diputada Nacional Graciela Camaño, el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible Juan Cabandié, el embajador argentino en Estados Unidos Jorge Arguello, y la Senadora Nacional Gladys Gonzalez.

 

Dentro de este marco, encontramos la meta 3, la cual busca proteger al menos el 30% de las tierras y océanos a nivel global para el año 2030. El acuerdo incluye compromisos para que se respeten plenamente los derechos indígenas y de las comunidades locales en estos procesos.

La ciencia nos dice que alcanzar la protección global del 30% de las áreas terrestres y marinas es fundamental para frenar la acelerada pérdida de biodiversidad, almacenar carbono, prevenir futuras pandemias y fortalecer el crecimiento económico. 

 

Este evento representó un paso importante en la búsqueda de una estrategia sólida y sostenible para la protección de la biodiversidad en Argentina. La cooperación entre referentes políticos, organizaciones locales e internacionales, y organizaciones filantrópicas de los Estados Unidos, marca un hito en el camino hacia la meta 30×30 y la visión compartida de conservar la naturaleza y la cultura locales, con la participación de las personas involucradas.