El desafío de sostener el contacto con los territorios a la distancia
Por Victoria Lassaga, Laura Steffolani, Rosario Espina y Andrea Michelson
El trabajo territorial es uno de los pilares fundamentales de Natura International en su actividad principal: promover la creación de áreas protegidas. Este año, la pandemia trastocó, como en todos los ámbitos, la rutina de trabajo. Nuestra tarea en la ‘vieja normalidad’ consistía en realizar relevamientos técnicos tanto ambientales como sociales, talleres y charlas con las comunidades, actores claves, otras organizaciones de la sociedad civil o entidades académicas y los distintos actores locales que confluyen en esos espacios, principalmente representantes de los gobiernos, tanto municipales como provinciales o nacionales.
Este año, debido a las medidas de aislamiento a raíz de la pandemia global, nos enfrentamos a un gran desafío: cómo sostener el contacto con los territorios a la distancia. Como la capacidad de visitar los territorios se limitó completamente, tuvimos que buscar otros mecanismos para sostener canales de comunicación fluidos tanto entre los miembros del equipo como con los otros actores. La situación nos obligó a repensarnos y replantearnos institucionalmente, con la convicción de que nuestro trabajo tiene un propósito muy claro que nos trasciende como individuos: la conservación de la biodiversidad a largo plazo.
Algunos de los sitios en los que trabajamos se encuentran aislados, con poca conectividad o acceso a herramientas digitales, ya que son áreas con un gran valor de conservación y a mucha distancia de las grandes urbes, foco de las principales problemáticas ambientales. Comunidades de pueblos originarios o de alta montaña con las que trabajamos, no siempre cuentan con los recursos -económicos o tecnológicos- para garantizar una buena conectividad. Este hecho limitó la comunicación que teníamos con ellas. Algunos procesos que necesitaban alcanzar consensos horizontales fueron pospuestos, pues entendimos que mecanismos de participación por la vía virtual podrían no ser abarcativos y representativos de los intereses reales de esas comunidades locales, y que la falta de participación por problemas de conexión a internet profundizaban desigualdades. En otros procesos, logramos agilizar los mecanismos virtuales de comunicación y pudimos generar reuniones para la toma de decisiones y hasta capacitaciones y talleres.
La pandemia nos planteó un gran desafío para afrontar tanto desde el punto de vista institucional como desde nuestra individualidad en tanto profesionales. Pero a quienes trabajamos en el mundo de la conservación, los desafíos no nos paralizan. Al contrario: nos estimulan. Hemos logrado sostener los proyectos a pesar del necesario distanciamiento social. Buscamos diversas y nuevas formas de comunicarnos y eso nos permitió lograr grandes resultados: la firma de convenios con instituciones gubernamentales y acuerdos de trabajo con otras fundaciones, el sostenimiento del contacto periódico con las comunidades y los actores claves de cada uno de los proyectos utilizando diversas formas de comunicación, la realización de talleres, charlas y capacitaciones sobre la demanda que las circunstancias requerían, el fortalecimiento de nuestras bases de información desde un punto de vista técnico/científico y la revalorización de la comunicación con otros y otras a través de nuestras redes sociales.
La pandemia generó un gran impacto mundial ya que afectó a toda la sociedad de diferentes maneras. Aumentó las desigualdades al dejar más expuestos a los sectores que sufren una mayor vulnerabilidad, y nos desafió a repensarnos a aquellos que nos encontramos en una situación más privilegiada. El efecto de la mano del hombre sobre el ambiente disminuyó significativamente pero la falta de monitoreo por parte de los organismos a cargo también. Por ejemplo, las tasas de deforestación en Argentina aumentaron significativamente.
Hubo un gran aprendizaje en la pandemia: aunque la distancia fue un nuevo reto a resolver, despertó nuestra creatividad al momento de buscar soluciones. Ahora no podemos dar pasos atrás: es muy probable que las estrategias de reactivación económica vengan de la mano de procesos extractivistas. Eso es motivo suficiente para reforzar nuestro compromiso de seguir promoviendo economías limpias para conservar nuestros limitados recursos naturales a través de nuevas áreas protegidas.